martes, 21 de octubre de 2008

Una Bofetada y un Primer Beso

– ¿Y cómo se llama el moreno alto y apuesto que vimos ayer? –pregunté.
–Se llama Kevin –Andrea soltó una risita ante mi intento por sonar desinteresada –pero no te fijes en él.
– ¿Por qué? –No pude ocultar la decepción en mi voz – ¿Tiene novia?
–No, pero eso es precisamente lo que nos sorprende –ante mi mirada de desconcierto, Andrea continuó –hace meses que él y Karina se gustan, pero no sabemos por qué a estas alturas aún no son novios.
–Hm. –No supe qué más decir.
Seguíamos caminando por el pasillo, y doblamos en la esquina. Escuchamos entonces el portazo de un casillero, y nuestras miradas se enfocaron al centro del pasillo.
–Hablando del rey de Roma… –Musitó Andre. Karina se había dado la vuelta hacia Kevin y hablaba con una voz que nosotras llegábamos a escuchar.
– ¡Déjame, Kevin! ¡Estoy muy estresada, y no estás colaborando!
–De acuerdo, pero escúchame, quiero ayudarte –primera vez que oía su voz, pero me había dejado deslumbrada. Su mano se dirigió a la de Karina, lentamente.
Nos acercamos lentamente para no perdernos de la conversación en caso de que sus voces hablaren más bajo.
– ¡No, no quieres ayudarme! – Gritó ella, zafando su mano con brusquedad. De acuerdo, no era necesario acercarnos, pero la odié entonces.
– ¡Karina, escúchame! –Kevin levantó un poco el tono de voz al decirlo, y la sujetó por los brazos zarandeándola ligeramente. Luego su voz adquirió un tono más tenue y apaciguante –Tengo una idea.
Quizás su voz generó el mismo efecto en Karina que en mí, pues ella se lo quedó mirando silenciosamente y aparentaba estar infundida en una misteriosa calma. Sus labios apenas se movieron en un susurro que ni Andre ni yo conseguimos oír.
–Abofetéame –dijo él con una amplia sonrisa.
– ¡¿Qué?! –Karina había salido de su transe.
–En verdad sirve como terapia, –dijo él –te ayudará a desahogarte y liberar tanto estrés.
–No lo haré –replicó ella con un tono un tanto amargado.
–Hazlo.
–No.
–Vamos. Si quieres, no lo hagas por ti, hazlo por mí. Asumamos por un momento que soy un masoquista, y te pido de corazón que me golpees para poder sentir placer.
–No, Kevin, ¡no te voy a abofetear!
– ¿Por qué no? ¿No lo harías por mí? ¿No quieres complacerme?
–Déjame en paz. –Decía mientras lo esquivaba y pasaba por su lado, pensando darle la espalda al dirigirse al salón de clases –No te complacería que te golpeara.
Él giró sobre sus talones, y con una mano, le tomó el brazo haciéndola girar sobre los suyos. Agachó su cara un poco en dirección a ella y dirigiéndose a ella con ojos penetrantes, le dijo rápidamente con un tono muy serio: “Mira, me preocupo por ti y quiero ayudarte, así que compláceme y cachetéame, ¿quieres? Yo sé que no soy ni la mitad de importante para ti de lo que tú eres para mí, pero a veces hasta a un desconocido puede uno comp… ”
La cacheteada que recibió lo había parado en seco. Me llevé una mano a la boca y ahogué un grito, pude notar que Andrea había hecho lo mismo. A causa del impacto, la cara de Kevin había girado de tal forma que ahora sólo conseguíamos ver la parte de atrás de su cabeza, pero por alguna razón, tuve el presentimiento de que sonreía. No pasó mucho, cuando las dos manos de Karina se dirigieron a su boca, tapándole hasta la nariz, dejando ver sus ahora húmedos ojos.
Vi sus manos moverse con lentitud a medida que se separaban de su cara y se dirigían a la de Kevin, y la movió de manera que fuimos capaces de ver su perfil nuevamente. Su sonrisa permanecía, a pesar de haber disminuido en relación a la que presentí que había tenido. Las dos manos de Karina sobre sus mejillas, y ella se empina un poco hacia su cara; él no opone resistencia, y le rodea la cintura con sus brazos agachando un poco más la cabeza para que la acción pudiera terminar de convertirse en un prolongado beso.
Una oleada de chiflidos y aplausos complementó la retumbante ovación que se experimentó en el pasillo. Caí en cuenta de que había más gente en el pasillo, y al parecer todos estuvieron tan pendientes de la escena como Andre y yo. Andrea aplaudía al igual que muchos otros, y Karina se despegaba de Kevin, sonrojada y sonriendo apenada. Él en cambio, sonreía ampliamente y sólo se enfocaba en ella. Alcancé a sentir otra punzada en el pecho cuando ella lo abraza para esconder su cara en sus brazos.
Entonces sacó su cara, y dirigiéndose a él con mirada seria le dijo: "Nunca más te atrevas a decir que no eres importante para mí".
– ¡Vaya! Parece que acabamos de presenciar el primer beso de esos dos. –Comentó Andrea. –Omite mi comentario de cuando te dije que no tenía novia.
Curiosamente, su comentario me hizo sonreír. No sé por qué me había fastidiado tanto, si ni siquiera lo conozco. Sonreí al mirarlos y poder admitirme a mí misma, que hacían una linda pareja.

sábado, 18 de octubre de 2008

Sueño Pesado

La consuelo y le acaricio el cabello, mientras se lo acomodo de vuelta detrás de su oreja. Sus ojos, rojos e hinchados, van recuperando poco a poco la calma. Esos bellos y mágicos ojos, que siempre me han sabido atontar, adquirían una expresión tierna que me conmovía hasta lo más profundo de mi alma. Nos miramos un rato, y súbitamente, ella baja la mirada. Con mi mano derecha aun acariciando su cabello por detrás de la oreja, me apresuro a levantar mi izquierda y posicionarla en su mentón. Se lo levanto un poco y la miro fijamente: “¿Qué pasa?” Ella sólo me mira en respuesta. No noto muy tempranamente que inconcientemente me fui acercando a ella, en dirección a sus labios. De repente, en un gesto apresurado, inclusive brusco de mi parte, llevo mis manos a sus hombros y la alejo rápidamente, y aparto mi cara hacia otra dirección. Siento su mirada pero evito el contacto visual.
– Perdóname –exhalo con una sonrisa poco convincente en un esfuerzo por sonar calmado. Golpeo mi cabeza con el puño cerrado cual si tocara una puerta, y asumiendo que el sonido producido es hueco agrego –Esta cosa a veces no funciona.
Me miraba silenciosa.
– Si no lo supiéramos no estaría incorrecto, ¿Cierto? –finalmente pregunta ella.
–No –la corrijo –seguiría siendo incorrecto. Sólo que no estaríamos conciente de ello.
Después de poco se me escapa un: “Aunque para serte sincero, preferiría nunca haberme enterado que somos medio hermanos”.
Se me queda viendo con sus magníficos y deslumbrantes ojos, y sin previo aviso, se lanza sobre mí, empinándose un poco para alcanzar mis labios.
Algo me golpea la nariz. Apretando los ojos, y algo aturdido, intento entender qué ha sucedido. A medida que recobro la noción de lugar y tiempo, reparo en que fui despertado por un objeto que realizaba un desesperante pitido continuo. El despertador yacía en la almohada, a unos centímetros de mi cara. Cayendo en cuenta en el dolor que sentía en el tabique, veo a mi hermano acostado en su cama, con la almohada sobre su cabeza para no escuchar el aparato.
–No sabía que así era como realmente funcionaban los despertadores –le lanzo con tono sarcástico.
» ¡Mamá! –Agrego enfadado – ¡Dejaste el despertador al alcance del brazo de David, y me lo ha lanzado a la cara de nuevo!

jueves, 9 de octubre de 2008

Tengo un Problema

Tengo un problema cuando estoy contigo
Tengo un problema cuando me hablas
Tengo un problema con tu personalidad
Tengo un problema cuando me pides que te llame
Tengo un problema cuando estás feliz
Tengo un problema por lo mucho que me conoces
Tengo un problema cuando no estamos de acuerdo
Tengo un problema cuando disfrutas de la música
Tengo un problema cuando me agradeces
Tengo un problema si vienes y me abrazas
Tengo un problema cuando ríes
Tengo un problema cuando me cantas
Tengo un problema porque quieres que te consienta
Tengo un problema cuando dices que me extrañas
Tengo un problema cuando te quedas dormida
Tengo un problema cuando te burlas de mí
Tengo un problema porque suenas soñadora
Y tengo un problema cuando eres aterrizada
Pero mi mayor problema es cómo no tengo un problema en adorar ésas,
Y todas las otras cosas que me encantan de ti,
De las cuales ahora me tengo que olvidar