– ¿Y cómo se llama el moreno alto y apuesto que vimos ayer? –pregunté.
–Se llama Kevin –Andrea soltó una risita ante mi intento por sonar desinteresada –pero no te fijes en él.
– ¿Por qué? –No pude ocultar la decepción en mi voz – ¿Tiene novia?
–No, pero eso es precisamente lo que nos sorprende –ante mi mirada de desconcierto, Andrea continuó –hace meses que él y Karina se gustan, pero no sabemos por qué a estas alturas aún no son novios.
–Hm. –No supe qué más decir.
Seguíamos caminando por el pasillo, y doblamos en la esquina. Escuchamos entonces el portazo de un casillero, y nuestras miradas se enfocaron al centro del pasillo.
–Hablando del rey de Roma… –Musitó Andre. Karina se había dado la vuelta hacia Kevin y hablaba con una voz que nosotras llegábamos a escuchar.
– ¡Déjame, Kevin! ¡Estoy muy estresada, y no estás colaborando!
–De acuerdo, pero escúchame, quiero ayudarte –primera vez que oía su voz, pero me había dejado deslumbrada. Su mano se dirigió a la de Karina, lentamente.
Nos acercamos lentamente para no perdernos de la conversación en caso de que sus voces hablaren más bajo.
– ¡No, no quieres ayudarme! – Gritó ella, zafando su mano con brusquedad. De acuerdo, no era necesario acercarnos, pero la odié entonces.
– ¡Karina, escúchame! –Kevin levantó un poco el tono de voz al decirlo, y la sujetó por los brazos zarandeándola ligeramente. Luego su voz adquirió un tono más tenue y apaciguante –Tengo una idea.
Quizás su voz generó el mismo efecto en Karina que en mí, pues ella se lo quedó mirando silenciosamente y aparentaba estar infundida en una misteriosa calma. Sus labios apenas se movieron en un susurro que ni Andre ni yo conseguimos oír.
–Abofetéame –dijo él con una amplia sonrisa.
– ¡¿Qué?! –Karina había salido de su transe.
–En verdad sirve como terapia, –dijo él –te ayudará a desahogarte y liberar tanto estrés.
–No lo haré –replicó ella con un tono un tanto amargado.
–Hazlo.
–No.
–Vamos. Si quieres, no lo hagas por ti, hazlo por mí. Asumamos por un momento que soy un masoquista, y te pido de corazón que me golpees para poder sentir placer.
–No, Kevin, ¡no te voy a abofetear!
– ¿Por qué no? ¿No lo harías por mí? ¿No quieres complacerme?
–Déjame en paz. –Decía mientras lo esquivaba y pasaba por su lado, pensando darle la espalda al dirigirse al salón de clases –No te complacería que te golpeara.
Él giró sobre sus talones, y con una mano, le tomó el brazo haciéndola girar sobre los suyos. Agachó su cara un poco en dirección a ella y dirigiéndose a ella con ojos penetrantes, le dijo rápidamente con un tono muy serio: “Mira, me preocupo por ti y quiero ayudarte, así que compláceme y cachetéame, ¿quieres? Yo sé que no soy ni la mitad de importante para ti de lo que tú eres para mí, pero a veces hasta a un desconocido puede uno comp… ”
La cacheteada que recibió lo había parado en seco. Me llevé una mano a la boca y ahogué un grito, pude notar que Andrea había hecho lo mismo. A causa del impacto, la cara de Kevin había girado de tal forma que ahora sólo conseguíamos ver la parte de atrás de su cabeza, pero por alguna razón, tuve el presentimiento de que sonreía. No pasó mucho, cuando las dos manos de Karina se dirigieron a su boca, tapándole hasta la nariz, dejando ver sus ahora húmedos ojos.
Vi sus manos moverse con lentitud a medida que se separaban de su cara y se dirigían a la de Kevin, y la movió de manera que fuimos capaces de ver su perfil nuevamente. Su sonrisa permanecía, a pesar de haber disminuido en relación a la que presentí que había tenido. Las dos manos de Karina sobre sus mejillas, y ella se empina un poco hacia su cara; él no opone resistencia, y le rodea la cintura con sus brazos agachando un poco más la cabeza para que la acción pudiera terminar de convertirse en un prolongado beso.
Una oleada de chiflidos y aplausos complementó la retumbante ovación que se experimentó en el pasillo. Caí en cuenta de que había más gente en el pasillo, y al parecer todos estuvieron tan pendientes de la escena como Andre y yo. Andrea aplaudía al igual que muchos otros, y Karina se despegaba de Kevin, sonrojada y sonriendo apenada. Él en cambio, sonreía ampliamente y sólo se enfocaba en ella. Alcancé a sentir otra punzada en el pecho cuando ella lo abraza para esconder su cara en sus brazos.
Entonces sacó su cara, y dirigiéndose a él con mirada seria le dijo: "Nunca más te atrevas a decir que no eres importante para mí".
– ¡Vaya! Parece que acabamos de presenciar el primer beso de esos dos. –Comentó Andrea. –Omite mi comentario de cuando te dije que no tenía novia.
Curiosamente, su comentario me hizo sonreír. No sé por qué me había fastidiado tanto, si ni siquiera lo conozco. Sonreí al mirarlos y poder admitirme a mí misma, que hacían una linda pareja.
–Se llama Kevin –Andrea soltó una risita ante mi intento por sonar desinteresada –pero no te fijes en él.
– ¿Por qué? –No pude ocultar la decepción en mi voz – ¿Tiene novia?
–No, pero eso es precisamente lo que nos sorprende –ante mi mirada de desconcierto, Andrea continuó –hace meses que él y Karina se gustan, pero no sabemos por qué a estas alturas aún no son novios.
–Hm. –No supe qué más decir.
Seguíamos caminando por el pasillo, y doblamos en la esquina. Escuchamos entonces el portazo de un casillero, y nuestras miradas se enfocaron al centro del pasillo.
–Hablando del rey de Roma… –Musitó Andre. Karina se había dado la vuelta hacia Kevin y hablaba con una voz que nosotras llegábamos a escuchar.
– ¡Déjame, Kevin! ¡Estoy muy estresada, y no estás colaborando!
–De acuerdo, pero escúchame, quiero ayudarte –primera vez que oía su voz, pero me había dejado deslumbrada. Su mano se dirigió a la de Karina, lentamente.
Nos acercamos lentamente para no perdernos de la conversación en caso de que sus voces hablaren más bajo.
– ¡No, no quieres ayudarme! – Gritó ella, zafando su mano con brusquedad. De acuerdo, no era necesario acercarnos, pero la odié entonces.
– ¡Karina, escúchame! –Kevin levantó un poco el tono de voz al decirlo, y la sujetó por los brazos zarandeándola ligeramente. Luego su voz adquirió un tono más tenue y apaciguante –Tengo una idea.
Quizás su voz generó el mismo efecto en Karina que en mí, pues ella se lo quedó mirando silenciosamente y aparentaba estar infundida en una misteriosa calma. Sus labios apenas se movieron en un susurro que ni Andre ni yo conseguimos oír.
–Abofetéame –dijo él con una amplia sonrisa.
– ¡¿Qué?! –Karina había salido de su transe.
–En verdad sirve como terapia, –dijo él –te ayudará a desahogarte y liberar tanto estrés.
–No lo haré –replicó ella con un tono un tanto amargado.
–Hazlo.
–No.
–Vamos. Si quieres, no lo hagas por ti, hazlo por mí. Asumamos por un momento que soy un masoquista, y te pido de corazón que me golpees para poder sentir placer.
–No, Kevin, ¡no te voy a abofetear!
– ¿Por qué no? ¿No lo harías por mí? ¿No quieres complacerme?
–Déjame en paz. –Decía mientras lo esquivaba y pasaba por su lado, pensando darle la espalda al dirigirse al salón de clases –No te complacería que te golpeara.
Él giró sobre sus talones, y con una mano, le tomó el brazo haciéndola girar sobre los suyos. Agachó su cara un poco en dirección a ella y dirigiéndose a ella con ojos penetrantes, le dijo rápidamente con un tono muy serio: “Mira, me preocupo por ti y quiero ayudarte, así que compláceme y cachetéame, ¿quieres? Yo sé que no soy ni la mitad de importante para ti de lo que tú eres para mí, pero a veces hasta a un desconocido puede uno comp… ”
La cacheteada que recibió lo había parado en seco. Me llevé una mano a la boca y ahogué un grito, pude notar que Andrea había hecho lo mismo. A causa del impacto, la cara de Kevin había girado de tal forma que ahora sólo conseguíamos ver la parte de atrás de su cabeza, pero por alguna razón, tuve el presentimiento de que sonreía. No pasó mucho, cuando las dos manos de Karina se dirigieron a su boca, tapándole hasta la nariz, dejando ver sus ahora húmedos ojos.
Vi sus manos moverse con lentitud a medida que se separaban de su cara y se dirigían a la de Kevin, y la movió de manera que fuimos capaces de ver su perfil nuevamente. Su sonrisa permanecía, a pesar de haber disminuido en relación a la que presentí que había tenido. Las dos manos de Karina sobre sus mejillas, y ella se empina un poco hacia su cara; él no opone resistencia, y le rodea la cintura con sus brazos agachando un poco más la cabeza para que la acción pudiera terminar de convertirse en un prolongado beso.
Una oleada de chiflidos y aplausos complementó la retumbante ovación que se experimentó en el pasillo. Caí en cuenta de que había más gente en el pasillo, y al parecer todos estuvieron tan pendientes de la escena como Andre y yo. Andrea aplaudía al igual que muchos otros, y Karina se despegaba de Kevin, sonrojada y sonriendo apenada. Él en cambio, sonreía ampliamente y sólo se enfocaba en ella. Alcancé a sentir otra punzada en el pecho cuando ella lo abraza para esconder su cara en sus brazos.
Entonces sacó su cara, y dirigiéndose a él con mirada seria le dijo: "Nunca más te atrevas a decir que no eres importante para mí".
– ¡Vaya! Parece que acabamos de presenciar el primer beso de esos dos. –Comentó Andrea. –Omite mi comentario de cuando te dije que no tenía novia.
Curiosamente, su comentario me hizo sonreír. No sé por qué me había fastidiado tanto, si ni siquiera lo conozco. Sonreí al mirarlos y poder admitirme a mí misma, que hacían una linda pareja.
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