jueves, 12 de abril de 2007

Correr

Y entonces sucedió. Debo admitir que no era exactamente lo que esperaba, pero no me sorprendí pues segundos antes, dio indicios de comenzar a hacerlo. No sé si fui el único, pero lo vi todo, porque desde el primer momento me llamó la atención, y eso es mucho decir, pues soy de aquéllos que pasan por el mundo, sin alterarlo, sin alterarse con éste, y sin importarme lo que lo altere, y curiosamente, esta vez, me llamó la atención algo tan banal, tan poca cosa, tan insignificante… Fue así que lo vi desde que empezó a correr. No tenía nada de raro, un joven corriendo; pero por algún motivo, me quedé viendo cómo corría, como si esperara que algo importante sucediese. Supongo que “importante” es la palabra menos apropiada para describir lo que sucedió, y aún así – sólo por verlo correr, nacieron dentro de mí una serie de sentimientos. Sentí primero, un poco de pena por sus zapatos, pues la velocidad que llevaba iba a terminar destruyéndolos; por sus pies también, ya que con el esfuerzo los iba a maltratar; sentí rechazo para con él, porque me pareció una idiotez lo que estaba haciendo: correr sin motivos; sentí vergüenza ajena, pues se veía más niño de lo que físicamente aparentaba; sentí alivio, de ser él quien corria y no yo, que odio correr; pero lo que más me sorprendió, fue aquel sentimiento que rara vez sentí, ese sentimiento que me atormenta, y que no concuerda com mi forma de ser (alguien tan desentendido de todo), ese último sentimiento que tuve, fue… envidia… sentí envidia, pues, apesar de lo ridículo que se veía, a pesar de lo lastimados que terminarían sus pies y zapatos, a pesar de la estúpida posición inclinada que llevaba, a pesar de lo infantil que parecía, a pesar de cualquier cosa que yo encontrara digna de crítica… él era feliz. Y sonreía sin miedo, parecía no tener problemas, parecía no pensar, él sólo corría, corría y sonreía, y era evidente que lo estaba disfrutando: del viento golpeando su cara, del sonido rítmico de sus pies al hacer contacto con el piso, de su ropa intentando alcanzarlo, de ser el más rápido entre todos los presentes, de su cabello siendo despeinado… de la libertad.. entonces lo odié, por ser tan descomplicado y al mismo tiempo elegante. Lo odié, por ser feliz.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

hey hugo me parece bacanisimo este escrito, sobre todo en el final donde pones como mas sentimiento.
sigue así y hasta depronto podras hasta llegar a vivir de esto^^.

rafael osorio dijo...

bueno hugo es bueno expresar un sentimiento contradictorio al ajeno en una situacion de varios aspectos, retomaste una perspectiva visual fisica e interna sobre el corredor, en el cual, aunque su fisico(vestimenta)era considerado como de lo peor, su voluntad de correr no le impedia vivir cada segundo de su vida lleno de lo que llamas "felicidad", sòlo por correr,el cual es un acto que se toma como atletico y no una forma de ver la vida.

a vaina pelao, esta bakano, aunque hay algunas faltas ortograficas, no me gusta ser critico, jaja ^^
au revoir

Gflorian dijo...

huguitooo esteee me gustoo muchooooo!, no me imagino a ti sintiendo algo asii. ajjajaja eres muy buena personaaa.chauuuuuu bissous

Anónimo dijo...

igual ahi ps a mi modo de interpretar esa persona no estaba corriendo literalmt sino q apesar d un ritmo d vida tan acelerado q llevamos podemos disfrutar d cd momento importante d vdd y no pasar por la vida corriendo desapercibido de aquello q nos llena el alma

Jax dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jax dijo...

Hugo este me gusta bastante, la forma de analizar el momento, nos deja a nosotros los lectores que la mente comienze, no solo a imaginarse el momento, sino tambien en que otras cosas de la vida podemos aplicar esto, ademas no lo veo solo como el acto de correr, sino mas bn como el de vivir y el odio no lo veo solo como odio sino como un motor para vivir, es raro esta parte pero despues explicare mejor ... XD