sábado, 18 de octubre de 2008

Sueño Pesado

La consuelo y le acaricio el cabello, mientras se lo acomodo de vuelta detrás de su oreja. Sus ojos, rojos e hinchados, van recuperando poco a poco la calma. Esos bellos y mágicos ojos, que siempre me han sabido atontar, adquirían una expresión tierna que me conmovía hasta lo más profundo de mi alma. Nos miramos un rato, y súbitamente, ella baja la mirada. Con mi mano derecha aun acariciando su cabello por detrás de la oreja, me apresuro a levantar mi izquierda y posicionarla en su mentón. Se lo levanto un poco y la miro fijamente: “¿Qué pasa?” Ella sólo me mira en respuesta. No noto muy tempranamente que inconcientemente me fui acercando a ella, en dirección a sus labios. De repente, en un gesto apresurado, inclusive brusco de mi parte, llevo mis manos a sus hombros y la alejo rápidamente, y aparto mi cara hacia otra dirección. Siento su mirada pero evito el contacto visual.
– Perdóname –exhalo con una sonrisa poco convincente en un esfuerzo por sonar calmado. Golpeo mi cabeza con el puño cerrado cual si tocara una puerta, y asumiendo que el sonido producido es hueco agrego –Esta cosa a veces no funciona.
Me miraba silenciosa.
– Si no lo supiéramos no estaría incorrecto, ¿Cierto? –finalmente pregunta ella.
–No –la corrijo –seguiría siendo incorrecto. Sólo que no estaríamos conciente de ello.
Después de poco se me escapa un: “Aunque para serte sincero, preferiría nunca haberme enterado que somos medio hermanos”.
Se me queda viendo con sus magníficos y deslumbrantes ojos, y sin previo aviso, se lanza sobre mí, empinándose un poco para alcanzar mis labios.
Algo me golpea la nariz. Apretando los ojos, y algo aturdido, intento entender qué ha sucedido. A medida que recobro la noción de lugar y tiempo, reparo en que fui despertado por un objeto que realizaba un desesperante pitido continuo. El despertador yacía en la almohada, a unos centímetros de mi cara. Cayendo en cuenta en el dolor que sentía en el tabique, veo a mi hermano acostado en su cama, con la almohada sobre su cabeza para no escuchar el aparato.
–No sabía que así era como realmente funcionaban los despertadores –le lanzo con tono sarcástico.
» ¡Mamá! –Agrego enfadado – ¡Dejaste el despertador al alcance del brazo de David, y me lo ha lanzado a la cara de nuevo!

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajjaja buenaaa!!!
es definitivamente el método más efectivo
(: