martes, 23 de septiembre de 2008

Jump!

Los niños se hallaban divertidos mientras montaban las tiendas con la ayuda de los profesores. La idea de acampar estaba teniendo mejor éxito del que en un principio se esperaba.
Un riachuelo pasaba cerca de donde se estaba asentando el grupo, por lo que muchos ya se habían puesto sus trajes de baño esperando a que los profesores autorizaran entrar al agua. Víctor, quien había propuesto acampar en un lugar donde solía ir con su familia, todavía no podía creer que su idea que en un primer lugar no fue bien aceptada, había terminado siendo precisamente la que se habría de ejecutar, pero en aquel momento se hallaba más interesado en encontrar a su mejor amiga, lleno de emoción por mostrarle algo.
– ¡Susana! –Finalmente la había divisado, cooperando en una de las tiendas. La chica respondió al llamado levantando la cabeza hacia donde creía localizarse la fuente del grito.
– ¡Víctor! ¡Hola! –Lo saludó ella con un jovial entusiasmo.
– ¡Ven conmigo, quiero mostrarte algo! – Dijo Víctor, tomándola de la muñeca y llevándosela con prisa.
– ¿Adónde me llevas? –Preguntó Susana.
– ¡Ya lo verás!
Corrían a la orilla del río, él guiándola emocionado, y ella sin saber adónde. El cielo estaba bellamente despejado ese día, y sólo podían apreciarse unas dos o tres nubes claras flotando libremente. El sonido del agua al correr por entre las lisas piedras se mezclaba con el silbar de las aves haciendo de la experiencia todo un arte natural.
– ¡Ay! –De repente chilló ella.
Se detuvieron. “¿Qué sucede?” preguntó Víctor.
– Me puyé… –se quejó Susana.
–De acuerdo, vamos por el agua, pero tenemos que ir más despacio, y tener cuidado con las piedras.
Siguieron caminando hasta que los árboles a los costados del riachuelo disminuyeron en número, haciendo que la zona fuese mucho más iluminada, y podía apreciarse el inicio de una cascada, que apuntaba a un plano muy verde y muy brillante con aguas destellantes de reflejos solares.
– ¡Es hermoso! –Exclamó la niña con una expresión de asombro.
–Sí que lo es –confirmó su amigo – pero además es muy divertido.
– ¿A qué te refieres? –Inquirió ella.
Víctor le echó una mirada pícara al principio de la cascada que alcanzaba a verse.
– ¡Por Dios! ¡No pensarás en…!
– ¡Justo en eso pienso! –La interrumpió él, tomándola de la mano esta vez, y saliendo del agua para empezar a correr por la grama con ella en dirección a la cascada.
– ¡Víctor! ¡No! ¡Le temo a las alturas! – Gritaba ella.
– ¡Son sólo ocho metros! ¿Qué mejor manera de vencer los miedos que enfrentándolos? Además, no los sentirás si dices la palabra mágica.
– ¿Qué palabra mágica?
– Empieza con J –dijo mientras se acercaban a la caída de agua.
– ¿Jerónimo? –Intentó adivinar ella.
Víctor sonrió mientras susurraba “no…”
A medida que corrían hacia el precipicio, el sonido del agua cayente golpeando contra el cuerpo de agua esperando abajo, se hacía más intenso y profundo, y al llegar al borde, Víctor se impulsó con fuerza para saltar junto con Susana mientras que lanzaba un “¡Jump!” en un grito que pretendía prolongar hasta hacer contacto con el agua abajo. Susana por su parte, lanzó el chillido más agudo y penetrante que de su garganta alguna vez salió.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jejeje me gusto .... ^_^ aunq no era como me la imaginaba